La verdadera historia del descubrimiento  de Puerto Chicama,  contada  más de 50 años después por uno de sus protagonistas.
Autor: Carlos -El flaco- Barreda.    
Escrito y publicado el 4 de enero del 2020.                        

Esta historia comienza a fines del verano de 1966, cuando conocimos a Chuck  Shipman.     Era un tablista que residía en Hawái y vino a uno de los Torneos Internacionales de Tabla que organizaba el Club Waikiki por esos años.   No era un gran competidor, pero  tenía otras cualidades, como ser muy entusiasta,  conversador y estableció una sincera amistad con nosotros.  Se interesó mucho en el Perú, en nuestra  historia y cultura;  tanto que decidió quedarse unos meses más  cuando acabó el evento y termino alojado en nuestra casa, a instancias de mi madre Doña Sonia. 
Ella disfrutaba mucho dando alojamiento  a algún tablista extranjero conocido que  quería quedarse unos meses en nuestro país. Así habíamos tenido el año  1964  en nuestro hogar a Peter Troy,  quien ese año había sido Campeón de Australia  y fue invitado a competir en el Internacional del Perú.   Peter, haciendo un pequeño  paréntesis, fue el descubridor nada menos que de la rompiente de Punta Rocas.  Recuerdo que al ser eliminado en su serie de Ola Grande en Kon-Tiki , comenzó a remar hacia al sur cerca de un kilómetro y se ubicó frente a una  nueva rompiente, que tenía olas más grandes y  paredes mucho más largas, que se extendían hasta la playa de Punta Negra.


Muchos de los espectadores dejamos Kon Tiki y lo seguimos por la playa.  Quedamos asombrados por las olas que consiguió  a surcar ese día, en una nueva playa que hasta entonces nunca se había corrido por considerarla demasiado peligrosa, sobre todo  por las grandes rocas que habían en la orilla. Recuerden que por entonces  aún no se había inventado la pita que asegura la tabla  y si la perdías se  iba directamente a las rocas.   Un año después se celebraba en esta nueva playa el famoso Torneo Mundial de Punta Rocas 1965, que fuera ganado por nuestro primer Campeón Mundial Felipe Pomar.  
Volviendo a Chuck, el hawaiano, luego de permanecer con nosotros por unos 6 meses,  emprendió el regreso a casa y cuando volaba paralelo a nuestra costa, quedo maravillado de la cantidad de olas  que rompían en diversas playas, pero  llamo particularmente su atención una ola larguísima y perfecta que se comenzaba en una punta y se extendía hacia la izquierda dentro de una bahía por varios kilómetros, hasta llegar a un largo muelle.  Pocos días después de llegar a Hawái, ya nos estaba escribiendo una carta, acompañada de un croquis, donde muy entusiasmado nos contaba sobre su descubrimiento y nos animaba a salir cuanto antes al encuentro de esa ola perfecta que había avistado desde el avión.   No conocía mucho sobre su ubicación, pero calculaba que estaba a unos 40 minutos de vuelo hacia el norte desde Lima y cerca de una ciudad relativamente grande, que no pudo identificar.


Chuck Shipman al centro, con su novia y el autor (el flaco Barreda)  a la derecha. A su izquierda aparece el negro Grisolle y el gordo Barreda. En el Club Makaha de Miraflores.



Como aun no teníamos carro en esos dias, la primera tarea fue animar a alguien que lo tuviera para lanzarse a la aventura de buscar esta ola soñada en nuestra extensa costa norteña; calculamos que tendría que estar entre Chimbote y Chiclayo, por el tiempo de vuelo referido por Chuck.

Bertrand Tazé, un amigo de origen francés, se animó a partir, pero su Citroneta 2 CV no era una garantía de llegar a nuestra meta. Era un viejo carrito super liviano, de la categoría de un Tico, pero con un motor más de motoneta que de auto.  Cuando se nos unió Carlos Aramburú la empresa se hizo más factible; él tenía un flamante Volkswagen escarabajo, capaz de entrar a cualquier playa, incluso a través de un arenal.


 Prototipo de Citroneta 2 CV,  similar a la que nos llevó hasta Puerto Chicama en este viaje.


La tripulación incluía a Ivo Hanza, hermano menor del “gringo Hanza”, que disfrutaba por igual en un olón de Pico alto como en un rulito de Cerro Azul. El legendario “chino” Malpartida, en esos años un escolar intrépido que se había ganado el respeto de la elite de tablistas limeños por no amilanarse ante ningún tipo de ola. El sexto tripulante era Guillermo  Garrués, un tablista con menos años en el mar, amigo de Carlos Aramburú, al que fuimos conociendo mejor durante el viaje y que logró integrarse  perfectamente al grupo.

Sin pensarlo mucho ya estábamos en la ruta al norte y la primera parada fue la playa de Bermejo. Allí corrimos unas olitas y acampamos en la noche al calor de una fogata, calentándonos por dentro con unos “roncitos” para dormir mejor, porque en esa playa suele correr un viento helado.



La tripulación completa en Bermejo la primera noche, camino a Chicama. De izquierda a derecha, el chino Malpartida, Bertrand Taze, Ivo Hanza, Carlos Aramburu, Guillermo  Garrués  y el flaco Barreda. (autor de esta nota)

A la mañana siguiente avanzamos hacia el norte, no sin algunos tropiezos;  recuerdo por ejemplo que al llegar a una cuesta la Citroneta , cargada de nuestros pertrechos y con tres tablones en el techo, ya no subía ni en primera. Tuvimos que bajar Ivo y Yo para aligerar el peso, pero como no bastaba, acabamos empujando el carro para ayudar al motor que ya no daba más. Y esto se repitió varias veces en la jornada de ese día. Después de pasar por Chimbote llegamos a Virú, donde pudimos notar que costa hacia una entrada,  formando una bahía donde podría romper una ola como la descrita por nuestro amigo el hawaiano. Entusiasmados, dejamos la carretera y nos dirigimos por una trocha en busca de la ansiada ola, pero  cuando llegamos a la playa  solo se veían caras de decepción. Reventaba en Virú una pequeña olita hacia la izquierda, pero no era gran cosa; mejores olas habíamos dejado en Bermejo y era claro que no era la ola perfecta que buscábamos.  Así que, luego de tomar algunas fotos  y descansar un rato, seguimos rumbo al norte.
Al pasar por Trujillo nos asaltó una duda; probablemente esa era la ciudad que había visto Chuck  desde el avión.  ¿No sería Huanchaco la playa que vio?  Allí rompe una buena ola hacia la izquierda, terminando cerca del muelle y un día de crecida podría lucir fabulosa desde el aire. Pero esa playa ya la corríamos desde varios años atrás y tampoco era la ola soñada que habíamos salido a buscar.
Así  que no nos resignamos y seguimos adelante hacia el norte,  preguntando en cada pueblo al que llegábamos por una playa donde las olas rompen interminables hacia la izquierda, partiendo
 de una punta y llegando hasta las cercanías de un largo muelle. Al llegar al pueblo de Paiján, unos 50 Kms al norte de Trujillo, nuestras indagaciones dieron fruto. Unos lugareños nos informaron que existía una playa como la que buscábamos; se llamaba Puerto de Malabrigo y solo teníamos que desviarnos de la carretera en Paiján, siguiendo un polvoriento camino de tierra por unos 30 minutos en dirección al mar, para llegar a nuestro destino, que era también conocido con el nombre de Puerto Chicama, por estar en el valle del rio Chicama.
Nuestros ojos se volvieron a iluminar cuando escuchamos estas noticias; teníamos la certeza de que ahora si estábamos cerca de nuestro destino, la emoción era grande porque todos  sentíamos que  la ola perfecta que habíamos salido a buscar casi a ciegas,  estaba ya a nuestro alcance.
Atravesamos el pequeño poblado sin parar y nos dirigimos de frente a la playa, entrando hasta la arena con los carros.  Conforme avanzábamos nuestro asombro iba creciendo y al cabo de unos  minutos ya nadie hablaba; solo se escuchaban  gritos y aullidos;  entramos en un estado de verdadera euforia.  No es cierto, como leí  hace poco en un cuento sobre el descubrimiento de Chicama, que las olas estaban pequeñas ese día. Todo lo contrario;  series interminables de olas de hasta  dos metros  entraban en  perfecta formación desde la punta, rizadas por un fuerte viento en contra, formando un corduroy que se extendía  hasta donde podíamos divisar.  La ola nunca se cerraba, pero se  iba acelerando y aumentando de tamaño cada vez más, conforme se aproximaba  a la sección del pueblo  donde nos encontrábamos. 


Algo así fue lo que vimos, en medio de gritos de euforia, el primer día en que llegamos a Puerto Chicama.

Cuando llego al fin la calma y cesaron los gritos, caímos en la cuenta de que lo habíamos logrado; que era cierta la historia de esa ola perfecta e interminable que el hawaiano había visto de regreso a casa. No tardamos mucho  en estar encerando nuestros tablones y en lanzarnos a probar esas olas de ensueño. Pronto nos dimos cuenta que la ola no solo se veía buena, sino que era excelente para lograr larguísimos recorridos, hacer todo tipo de maniobras y al final entubarse cuando se aceleraba en las últimas secciones.
Ivo y yo éramos los camarógrafos del grupo y nos turnábamos para registrar las imágenes con  una vieja filmadora de 8 mm que siempre nos acompañaba. El problema era que esta cámara utilizaba unos rollos que solo duraban 5 minutos y como las olas eran tan largas se acababan demasiado rápido y solo contábamos con media docena de rollos. Solo podíamos filmar las mejores olas; el chino consiguió entubarse varias veces en una misma ola, de al menos 2 metros, en la que sería la mejor toma de este primer día en Chicama.



Ivo Hanza y el autor de esta historia, registrando las primeras imágenes de las olas de Chicama, sobre la mítica Citroneta de Bertrand Tazé, en el invierno de 1966.

Después de varios días, con  memorables sesiones de tabla en las que todos conseguimos correr algunas olas que nunca olvidaríamos, finalmente la crecida fue desapareciendo y llegó la hora volver.  No había en esos días celulares ni internet, así que la noticia del descubrimiento de Chicama llego con nosotros, cuando llegamos a Lima.

No pocos de nuestros amigos nos tildaron de exagerados, cuentistas  o presumidos cuando les relatamos la historia de Chicama. Pero esta actitud fue cambiando  cuando  vieron las fotos y sobre todo la película sobre el descubrimiento de Puerto Chicama, que presentamos en el Club Waikiki unos dos meses después, apenas nos llegaron los rollos de 8 mm.  En ese tiempo  estas películas tenían que enviarse a USA o a Panamá por correo  para ser revelados.    
Pocos días después de esta presentación,   comenzaron a partir autos y camionetas  llenos de tablas  rumbo Chicama, que se convirtió en poco tiempo en uno de los destinos favoritos  de los tablistas. Cuando habían  feriados  largos, como Fiestas Patrias o semana Santa,  podías encontrar  en Puerto Chicama  a gran parte del mundo de la Tabla de esos días. 

Las décadas han pasado y esta historia puede parecer algo vieja. Ahora la mayoría de tablistas prefieren ir a las cálidas playas de Máncora, Lobitos, Cabo Blanco,  más al norte.  Pero Chicama sigue siendo una ola famosa, que es visitada año tras año por tablistas de todo el mundo y es considerada como una de las izquierdas más largas que existen en el planeta.  Para nosotros el descubrimiento de Chicama fue una gran aventura y una experiencia que jamás olvidaremos. 


Comentarios

  1. Pioneros en el Perú así se fue creando la historia, gracias a ellos se conocen las grandes playas que tenemos.

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    1. Me he emocionado hasta las lágrimas, leer tu post. Soy Trujillana, pero Malabrigo más conocido como Puerto Chicama es uno de mis lugares preferidos, porque allí está nuestra familia, Los Salvatierra Gustavson, allí aprendí a comer rico, a pescar y sobretodo a amar la hermosa vista de la Punta y la Bahía hasta el muelle. Los tablistas siempre llegaban, de distintas nacionalidades, y yo chiquilla me deleitaba mirar como corrían tabla una y otra vez pues desde la Punta podía divisarlos, o por las 'Dos tetas', una formación geológica que sobresalía del barranco (una ya de cayó ja ja ja) o la "Peña larga". Que lindo saber que el amor por nuestra patria hizo que un hermano Hawaiano creará la chispa para tangibikizar su descubrimiento. Excelente relato, lo utilizaré para mis clases de inglés en la universidad. Bendiciones y siga escribiendo estimado escritor, porque su pluma está cargada de emoción y sentimiento.

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  2. Buena historia! ¿Alguien sabe quienes fueron los primeros en Pacasmayo?

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    1. Con respecto a Pacasmayo: Carlos olvidó mencionar que hubo un "surfari" anterior con el que fui al norte, pero no pudimos encontrar las olas míticas en "Chicama". no pudimos encontrar los caminos de acceso a Puerto Malabrigo en Paiján porque la gran empresa azucarera los cambiaba constantemente mientras cosechaban la caña. Finalmente llegamos a Pacasmayo con nuestras tablas de surf, pero como saben, generalmente es expulsado por fuertes vientos cruzados. No son las olas puntuales perfectas que estábamos buscando. Hubo grandes olas, pero fue mucho mejor para el windsurf. No teníamos ese equipo. Eso vendría después. Pasamos la noche y regresamos a Miraflores al día siguiente. No sé si fuimos los primeros en surfear allí. Es probable que otros estuvieran allí antes que nosotros, pero como nosotros estábamos decepcionados por las olas sopladas por el viento.

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  3. quien sigue con los imagenes y el filmacion originales ?! ������������

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    1. No tengo idea que fue de la película original de Chicama; era fabulosa. Que yo sepa nunca se obtuvo una copia digital. Solo existía el rollo de 8 mm y lo tenian los Hanza ( El gringo o Ivo) Si alguien sabe donde está que avise, para buscarlo y obtener una copia.


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    2. La última vez q se vio la tenía Edmundo “el Indio” Arias, pero creo q se la había prestado Carlos Aramburu.

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  4. Impresionanate. Creyeron sin ver, incluso dudando si era cierto lo que Chuck Shipman había visto, pero se lanzaron a la aventura y la coronaron con éxito. Tenían un objetivo, realizaron varias acciones y llegaron a la meta. Felicitaciones. Linda historia muchachos, gracias.

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  5. De verdad me he emocionado con cada detalle contado. Lo viví como si hubiera estado allí mismo. Buen trabajo!

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  6. Y el hawaiano llegó a saber que hallaron la ola y él volvió alguna vez para conocerla?

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  7. Y el hawaiano llegó a saber que hallaron la ola y él volvió alguna vez para conocerla?

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    1. Mala suerte. Aunque en realidad volé sobre el punto de surf de Chicama tres veces y vi que se rompía perfectamente cada vez, nunca regresé a Perú para disfrutar de ese surf. Pero no derrames lágrimas por mí, ya que viví en Sunset Beach durante los siguientes cuarenta años y tuve muchas, muchas excelentes sesiones en Hawai como consuelo. Surfing Chicama permanece en mi "Lista de deseos". Si regreso a Perú y aún puedo ponerme de pie sobre una tabla de surf, ¡lo haré!

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  8. Linda historia Flaco! Debió ser muy emocionante encontrar la tan buscada "ola". Debe de ser la más larga del mundo. Gracias por compartirla!

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  9. Sou de chicama en 1967 tenia 8 años de dead es cuando empezo a correr tabla me lrestaban sus tablas por que les cuidaba sus pertenencia en la playa al frente del que es el hotel el hombre ese tiempo no existia me hice amigo con gringo hanza, chino malpartida,gordo y flaca barreda ,koki , tato gubbins negro soto.....
    Etc. Etc lindos recuerdos !! En ese tiempo eran 8 a 12 pies de alto perfect derecho casi igual a mundaka(espñ) o palos verde cal. Tambien conoci a wayo whilar y tato tambien..

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  10. Muchas gracias a Carlos por una maravillosa historia corta. Me alegra que parezca que te va bien y espero que aún salgas al surf de vez en cuando. Realmente disfruté las veces que acampamos en Cerro Azul y podía sentarme en el viejo muelle y verte colgar cinco en esas olas divertidas. Escuché que esas olas se han ido ahora, pero los recuerdos de estas olas favoritas de tu madre, Doña Sonia, permanecen.

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    1. Chuck !! a los años. Ni sabia que estabas en México. Que gusto escuchar de ti.
      Yo claro que sigo surfeando y ahora con mis hijos e hijas. Aun tenemos la casa en Cerro azul. No se si la llegaste a conocer, porque al comienzo acampábamos en la playa. La olas de Cerro siguen siendo muy buenas por temporadas, aunque a veces se llena mucho de arena y pierde un poco su forma perfecta. Llegué a ser medico y ahora soy Gastroenterologo. todavía trabajo a mis 70 años. Seria fabuloso contactarnos. mi e- mail es carlossantiagobarreda@gmail.com tambien estoy en facebook como Carlos S Barreda.
      Saludos Chuck.

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  11. Gracias por abrir ese camino a Chicama y ser pioneros de la historia de la ola más larga ,yo soñaba conocer esa ola , fui a surfearla en un hermoso viaje y le hice una canción se las comparto ...Chicama Edmundo loco en Youtube y el link es:
    https://youtu.be/9WKXbm_S5oU

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  12. Un millón de gracias CARLOS BARREDA por la historia de mi Puerto Malabrigo.

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  13. Chicama, la primera vez que fuimos fue con Emilio Sangalli y Rafael Belmont, estabamos de campamento en Bermejo y en la noche llegaron Tazé el Flaco y esa tripulación y nos dijeron como llegar, empacamos esa misma noche y arrancamos,... no fue fácil, ya que las indicaciones fueron llegas a Paijan y a la izquierda, si vas derecho a la izquierda no llegas... buscamos, preguntamos, ida y vuelta,... hasta llegar al paraiso!!! Chicama!!!

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  14. Gracias a todos por está linda historia del pto.chicama ...
    Y por mi parte hay que cuídalo y protejer aquía las buenas olas perfectas y largas . Los locales somos buena onda ....
    No vamos a dejar que jente de afuera , vengan hacer y desaser haci tengan hotel aquí la gente foráneos tienen que aprender a respetar y cuidar nuestro santuario que Dios nos heredado y Hasi nosotros respetaremos aquellos que nos respetan ... Están envitados todos los que conocen mi querido puerto Malabrigo ( chicama ) ...
    Aloha.

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  15. Orgullosa de ser de Pto Malabrigo, ahora a la distancia me da emoción leer cada detalle e imaginar estar ahí en mi pto querido.mi lugar favorito en el mundo. Gracias

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  16. Que hermosa historia... Me emocioné soy de Puerto Malabrigo y más que orgullosa de mi playa preciosa y admirada por el mundo entero..

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  17. Gracias por compartir tu historia...mis paisanos te lo agradecen.

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  18. WOW que gran HISTORIA!!, gracias por compartirla

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